El Hombre del turbante rojo fue pintada por Jan van Eyck en 1443. Todavía hoy, la identidad del representado resulta desconocida y no son pocos los autores que afirman que se trata de un autorretrato, aunque también podría ser su cuñado o alguien anónimo. La maestría técnica en cuanto a la consecución de las calidades y la capacidad de plasmar la profundidad psicológica del representado hacen de este retrato una de las mejores obras de van Eyck y de la pintura de todos los tiempos.
Un análisis más detallado lo encontramos en la obra Los Primitivos Flamencos de Panofsky, uno de los teóricos del Arte más importante de nuestro tiempo:
"En 1433, Jan van Eyck hizo uno de los grandes descubrimirntos de la pintura de retratos. En el retrato de Londres de un Hombre con un turbante rojo, terminado el 21 de octubre de ese año, la mirada del modelo gira fuera del cuadro y enfoca firmemente al espectador con un aire de escepticismo intensificado por la expresión de la delgada boca, con los extremos ligeramente comprimidos. Por primera vez, el modelo busca establecer contacto directo con el espectador, y como el artista lo muestra en busto, omitiendo las manos [a diferencia de Rogier van der Weiden], nada distrae el magnetismo del rostro. Nos sentimos observados y escrutados por una inteligencia despierta."
"Me inclino a aceptar el cuadro como un autorretrato. (...) El turbante da una impresión de informalidad estudiada que amenudo afectan los pintores. Es más natural asumir que esa importante innovación, la "mirada fuera del cuadro", fue sugerida por primera vez a un pintor que observaba su propio rostro en un espejo que a un pintor que tenía enfrente a otra persona. Y, sobre todo, el mismo personaje del hombre del turbante rojo, impresionable pero imperturbable, desilusionado, pero insaciablemente curioso, concuerda con la idea que los cuadros de Jan van Eyck transmiten de su realizador."
"Me inclino a aceptar el cuadro como un autorretrato. (...) El turbante da una impresión de informalidad estudiada que amenudo afectan los pintores. Es más natural asumir que esa importante innovación, la "mirada fuera del cuadro", fue sugerida por primera vez a un pintor que observaba su propio rostro en un espejo que a un pintor que tenía enfrente a otra persona. Y, sobre todo, el mismo personaje del hombre del turbante rojo, impresionable pero imperturbable, desilusionado, pero insaciablemente curioso, concuerda con la idea que los cuadros de Jan van Eyck transmiten de su realizador."
En definitiva, lo que tenemos que valorar es el gran paso adelante en cuanto a la representación técnica y formal respecto a lo estudiado en las pinturas románicas y góticas y cómo ese empeño en lograr la plasmación de la realidad tridimensional en un soporte bidimensional cada vez está más cerca.
Detalle: http://artetorreherberos.blogspot.com/2011/01/jan-van-eyck-i-vida-y-misterios.html
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