Aquí os dejo un pequeño resumen sobre las catacumbas, el origen de las ceremonias cristianas, la función de algunas partes de la basílica cristiana en relación a la liturgia y cómo estas basílicas anuncian lo que será el arte románico unos siglos más tarde.
ANTES DEL EDICTO DE MILÁN
DESPUÉS DEL EDICTO DE MILÁN
Texto adaptado de Historia del Arte, Tomo 1, obra de J.J Martín González.
Los cristianos usaron para sus reuniones las mismas viviendas que los fieles acomodados; sin embargo hubo ya pequeñas iglesias o tituli que para no despertar sospechas no tenían exteriormente nada que las distinguiera. La iglesia más antigua que se conserva es el titulus de San Martín de los Montes del s.III. También pueden considerarse como primitivos lugares de reunión, las Cellae Coementeriales, pequeños edificios de planta trebolada colocadas sobre las catacumbas.
Las catacumbas constituían un lugar de enterramiento y Roma reconocía el derecho a enterrarse a cualquier colectividad, de ahí que también hubiese catacumbas judías. las catacumbas se situaban en canteras abandonadas de donde los romanos habían extraido la piedra para sus edificios, de ahí la red de galerías que comportan.
En las catacumbas no se celebraban reuniones sinaxiales (domincales). la ceremonia habitual era el banquete fúnebre, por eso exisitían bancos alrededor de las cámaras, para sentarse los comensales. Este rito parece tomado de los banquetes funerarios paganos. Y desde el 313 las catacumbas se convirtieron en lugares de peregrinación y se crearon cementerios en superficie. Las iglesias que albergaban reliquias de santos se rodeaban de enterramientos, pues el pueblo prefería sepultarse junto a ellas.
DESPUÉS DEL EDICTO DE MILÁN
Tras el Edicto de Milán la arquitectura cristiana es patrocinada por el Estado. Constantino regala muchos edificios paganos y sufraga muchas obras, de ahí que los primeros edificios cristianos sigan las estructuras romanas, como es el caso de la basílica, que se destina a las reuniones dominicales y a residencia de obispos y sacerdotes. Otra de las construcciones que surge es el baptisterio ( ya vimos que si no se estaba bautizado no se podía entrar en los templos cristianos). Los baptisterios eran de planta centralizada para que la ceremonia fuese contemplada por los asistentes.
Otro aspecto que debemos saber es que en principio, el sacerdote oficiaba la misa de cara al pueblo y de espaldas a oriente ( dando la espalda a la "luz"), pero después el sacerdote adoptará la misma postura que los fieles, mirando a Jerusalen, a la luz del mundo. Esta nueva manera de oficiar la liturgia, con el sacerdote de espaldas, envolvió a la ceremonia religiosa de secretismo.
Las basílicas se iluminaban durante el día gracias a la luz natural que entraba por los vanos y el claristorio de la nave central, y por la noche con luces de aceite y cera.
La basílica supone un culto sacrificial que acontece en el altar, mesa que simboliza el banquete eucarístico (Última Cena). Para acentuar este valor eucarístico, el altar se cubre con un baldaquino o ciborium. En el ábside se encuentra la cátedra o tronos, destinado al obispo. A los lados se sitúan los asientos para el clero mayor y más cerca de los fieles los púlpitos o ambones desde donde se leen el Evangelio (izquierdo) y la Epístola (derecha). Los fieles se separaban: los hombres se mantenían al lado del Evangelio y las mujeres en el de la Epístola (y más tarde ocuparán un espacio ex proceso para ellas, el matroneum -posterior tribuna románica-). Los que todavía no se habían bautizado (catecúmenos) solían asistir a la misa desde el nartex.
El eje longitudinal de las naves marca un espacio - camino que se mantendrá a lo largo de la arquitectura religiosa medieval. Como los fieles quieren participar de manera activa en el culto se aproximarán y concentrarán en el presbiterio, de manera que habrá que prolongar el espacio hacia los lados, romper los muros y crear una nave transversal, el crucero. Este cambio en la concepción del edificio, además de responder a una necesidad, adquiere un efecto simbólico, la cruz de Cristo crucificado, nace así la planta de cruz latina.
Las basílicas más célebres se hallan en Roma: de época constantiniana son San Pablo Extramuros, Santa Inés y San Lorenzo, y posteriores, Santa María la Mayor, Santa Sabina y San Clemente.Texto adaptado de Historia del Arte, Tomo 1, obra de J.J Martín González.
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